Letonia me fue corroborando la lejanía respecto a los países nórdicos. De hecho mucha gente, mayormente de Estonia, cruza cada día hasta Helsinki o vive allá en busca de su avanzado nivel de bienestar, en cuanto a las finanzas del país se refiere. Pero aquí, las casas, los coches, las iglesias … se van alejando de las de sus no tan lejanos vecinos. No quiero que me mal interpreten, pero la diferencia es obvia, es todo. Digamos que es más normal, en lo que a mi experiencia se refiere.
Entré al país y fui directo hacia el Parque Nacional de Gaujas. Esta vez no quería perderme en el bosque sino visitar un par de localidades que en él se encuentran.
La primera parada fue en Cēsis y resultó que la ciudad tiene más para ofrecer de lo que pensaba. De hecho, tras pasar por la oficina de turismo corroboré que esta área es una de las más interesantes del país, que tiene mucho que ofrecer y que no son pocos los turistas que llegamos con curiosidad.
Lo más conocido aquí es el castillo medieval y el Palacio contiguo que a día de hoy es una especie de museo. El castillo está algo destrozado pero todavía conserva buena parte de su estructura e incluso se pueden visitar varias estancias. Lo más curioso es que no hay luz y con la entrada te dan un candil para que con la luz de una vela te guíes por la oscuridad. Una manera curiosa y bonita de descubrir los interiores del castillo y que hace de la visita de los más pequeños una aventura.
El palacio si que está perfectamente. En el interior hay una colección de objetos de la época y arriba tiene un mirador. No es gran cosa pero completa la visita.
A parte, con la entrada puedes acceder a una exposición aparte. No sé si la cambiarán pero a mí fue lo que más me gusto de la visita. Esta exposición está dividida en dos partes: una sobre la danza y otra sobre el canto. Resulta que ambas son partes muy importantes en la cultura del país, y parece que se sienten tan orgullosos de ellas que hacen grandes festivales donde centenares de personas bailan o cantan a la vez. Puedes ver varios videos de los festivales de años pasados y quedé impresionado. Creo que merece la pena informarse sobre este tema si se va a visitar el país, aunque según me contaron conseguir una entrada para cualquiera de esos eventos resulta casi imposible. Quien sabe. Además, en la exposición hay diferentes maniquíes vestidos con ropas tradicionales, los cuales suelen usar en dichos festivales, entre otras ocasiones. Una pena que no dejasen sacar fotos.
Volví a la furgoneta y me fui a otro pueblo cercano donde tienen unas cuevas que supongo a día de hoy siguen usando como refrigeradores naturales. Nada especial aunque curioso.
Camino a Riga pensaba hacer un par de paradas más, pero resultó que cuando desperté la mañana siguiente una capa de varios centímetros de nieve cubría todo. La primera nevada de mi viaje me pilló durmiendo y cuando vi el panorama se me quitaron las ganas de deambular por ahí y decidí irme a un hostel a Riga para cuatro días, descansar, ponerme un poco al día con la ropa y demás, y salir a tomar algo si se daba la situación. Y la verdad, no faltó ni un día para eso. A mi llegada al hostel enseguida conocí a un Australiano con una historia viajera cojonuda, y enseguida nos caímos bien. Resulta que el tío había hecho el Rally Transmongólico (desde Reino Unido hasta Ulanbatar) en un Polo con una barca en el techo (si, una barca), y estaba volviendo poco a poco cruzando Rusia y demás. Toda una historia. Bueno, la cosa es que el primer día ya salimos de fiesta con varios del hostel, el segundo tranquilamente, el tercero fiesta otra vez, y los dos días restantes ya tocaba ponerse el mono de trabajo y salir a sacar alguna foto, aunque fueron pocas. La verdad es que para salir de fiesta es una ciudad perfecta. Todo se encuentra muy cerca y con buen ambiente sea cual sea el día de la semana.
Lo que es el centro de la ciudad, la verdad es que me gustó. Aparte de todos los edificios, iglesias y demás, justo al lado del centro ahí un parque precioso que avanza junto al río, y un poco más al norte hay una zona con construcciones tipo art-nouveau que impresionan.
Creo que bien merece la pena pasar unos días aquí si se tiene la ocasión.
Tras las buenas duchas calientes, lavar la ropa y haber despejado la cabeza por unos días seguí rumbo sur, con la intención de pasar a Lituania en dos días. Entre tanto, fui a visitar en castillo de Bauscas y el Palacio de Rundāle, ambos muy cerca de la frontera.
El primero la verdad es que no merece mucho la pena a no ser que se quiera pagar la entrada y ver algo más (ruinas más que nada), y el segundo ya me gustó más. Esta vez la entrada varía: una para el interior y otra para los jardines. Resulta que a la del interior había que sumarle cerca de 50 euros si quería usar trípode para sacar fotos, así que ya sabéis, veamos el jardín a ver que tal 🙂
Al estar cerca el invierno el jardín estaba lejos de su mejor momento pero bueno, fue bonito pasear y poder ver el palacio desde otra perspectiva. La verdad es que impresiona la cantidad de terreno que tienen este tipo de palacios. No es el primero que visito y siempre se me ocurren mil formas de aprovechar mejor el espacio. Supongo que en la corte era lo que se llevaba 🙂
Otra vez al volante y siguiente país al frente. Bienvenidos a Lituania.