Tenía un día de escala en AUE con lo que me organicé de antemano para poder disfrutar del país todo lo posible. Llegué de madrugada al aeropuerto de Abu Dhabi, tuve que buscarme un banco de esos super cómodos que te revientan el cuello para dormir unas pocas horas, y a las 7 fui directo a coger el coche que había alquilado. La idea era subir al Burj Khalifa en Dubai (ya tenia la entrada comprada para las 12:00), ver la mezquita de Sheikh Zayed en Abu Dhabi y todo lo que me diese tiempo.
Cogí mi Opel Corsa y con ayuda del GPS en una hora me planté en Dubai. La entrada ya resultó impactante con tanto rascacielos y cochazos que me adelantaban sin problemas.
Y ahí estaba yo conduciendo mientras escuchaba música árabe en la radio cuando el gran rascacielos hizo acto de presencia ¡Madre mía! De repente todos los demás rascacielos empequeñecieron ante la enormidad del edificio más alto del mundo. Desde cerca es tan alto que pierdes la perspectiva pero desde más lejos parece irreal. Es tan alto que puedes ver el atardecer desde abajo, subir en el ascensor, y verlo otra vez desde las alturas.
Llegué con tiempo así que me adentré en el centro comercial colindante y pude ver el acuario con la pared de metacrilato más grande del mundo. En este país resulta todo así: a lo grande y ostentoso. Dentro del centro comercial había desde cascadas a una pista de hielo, no digo más.
Llegadas las 12 subí en unos pocos segundos hasta los 452 metros de Burj Khalifa desde donde no hace falta decir que se ve toda la ciudad. El edificio en sí tiene 828m pero el mirador se queda a mitad de camino. Es una chulada pero yo quería ir más alto, jaja!
Tras la visita cogí otra vez el coche, vuelta a Abu Dhabi, y visita a la mezquita de Sheikh Zayed. Si lo anterior era espectacular, la cara que se te queda aquí no es para menos: todo construido con mármol blanco, lámparas con millones de cristales Swarovski, la alfombra de una pieza más grande del mundo (35 toneladas de peso) … en fin, como para dejar claro que están forrados y hacen lo que quieren. Una preciosidad de sitio, digno de visitar.
Todavía tenía algo de tiempo así que me dediqué a conducir un buen rato mientras merodeaba cercaba del circuito de formula 1, el museo Ferrari, el rascacielos circular … vamos, que el día me salió redondo y aunque muy cansado cogí el vuelo rumbo a Pekín a tiempo y la mar de satisfecho.
He de decir que un día no es ni mucho menos suficiente para conocer el país, pero al tener buenas carreteras, al ser barato alquilar un coche y que decir de la gasolina (poco más de 30 céntimos por litro), parece fácil de explorar en pocos días. Aun así una de las cosas que más me ha llamado la atención es el fuerte patriotismo que muestran orgullosamente (cochazos o incluso edificios enteros decorados con motivos nacionalistas entre otros). Ahora bien, según me dijeron es muy difícil mezclarse con los emeratís.
AnDeRtAkE 